MARIA STEPANOVNA,2DA EN FILA SUPERIOR

MARIA STEPANOVNA,2DA EN FILA SUPERIOR
MAR NEGRO.DJANJOT.RUSIA.1976.

miércoles, 15 de julio de 2020

SINESTESIA FAMILIAR


SINESTESIA EN NUESTRA FAMILIA

Edgardo Rafael Malaspina Guerra
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Desde mi más tierna infancia percibo que los días tienen diferentes colores y tamaños. Por mucho tiempo pensé que era algo no muy normal; sin embargo, luego supe que se trataba de una condición denominada sinestesia, especie de variación inocua de la percepción, la cual se encuentra en una de cada cien personas. Aunque otros afirman que es una entre dos mil individuos.

Para mí los días son unas franjas: el lunes delgado y amarillo, el martes es rojo, el miércoles es blanco, el jueves es rojo, pero más oscuro que el martes, el viernes es también rojo, pero más claro que los días anteriores de ese mismo color, el sábado es blanco, pero más claro y largo que el miércoles, y el domingo es rojo pero pequeño y con forma de batería gruesa de linterna.
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La sinestesia, como concepto de la biología, es la captación de una misma sensación a través de distintos sentidos. Etimológicamente la palabra proviene del griego y se compone de los vocablos (sin-), que significa “junto”, y (aísthesis), que quiere decir sensación. Pero desde el punto de vista de la literatura es una figura retórica en la cual se le atribuye a un objeto, carente de los cinco sentidos, una sensación: “días amargos”, “minutos dolorosos”.
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Una persona sinestésica puede oír colores, ver sonidos y percibir sensaciones gustativas al tocar un objeto con una textura determinada. No es una asociación del objeto con uno de los sentidos, es que la persona lo percibe así, su cerebro actúa de esa manera.




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La sinestesia se establece desde el desarrollo de embrión, cuando puede cruzarse nervios y centros cerebrales que procesan la información de las sensaciones.
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En nuestra familia son casi todos sinestésicos, empezando por Natalia, lo que corrobora la tesis de que se trata de un rasgo dominante ligado al cromosoma X.
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Para Natalia el año tiene forma elíptica, en cuya orbita se ubican los años. Los días tienen colores y tamaños. Para Katia los días tienen sus respectivos colores. Para María cada día tiene un color, algunos números y meses también, y asocia sensaciones gustativas al tocar alguna textura. Para Natalí los días, los meses y las personas tienen colores. Ahora esa sensación la experimenta sólo con las personas y los números, especialmente los múltiplos de 3 que son de colores cálidos. Valia asocia con colores a las personas, los días, las canciones, los sabores, los lugares, las palabras y las emociones. Nicolás cuando trató de beber en un tazón metálico tuvo una evocación de la infancia, y se encontró en la casa de la abuela María tomando refresco en un vaso de aluminio. Eso se llama “fenómeno de la magdalena de Proust”, llamado así por el famoso novelista francés (1871-1922), autor de “En busca del tiempo perdido”.
Uno de los personajes de la primera de las siete novelas de Proust, “Por el camino de Swan”, está triste y moja una magdalena o galleta en té, e inmediatamente se traslada mentalmente a Combray, un pueblito de Francia donde pasaba sus vacaciones en su infancia. Después de Proust, muchos escritores, científicos y alguna gente común tuvo en cuenta el fenómeno de la asociación de ciertas manifestaciones de los sentidos con el pasado. Los primeros para usarlo en sus descripciones y jugar con los flujos de la conciencia, los segundo para investigar cómo y por qué de la aparición de esas asociaciones en el cerebro; y los últimos porque entendieron que esas cosas también pasaban con ellos y supieron que de alguna manera eran sinestésicos.









 










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sábado, 29 de agosto de 2015

RECUERDOS DE LOS ANCESTROS RUSOS

RECUERDOS DE LOS ANCESTROS RUSOS
Edgardo Malaspina

Nikifor , bisabuelo de Natalia, era un hombre con cierta solvencia económica. Tenía una estancia en las afueras de Moscú, donde los viajeros cambiaban los caballos a sus trineos, tomaban vodka en el traktir o taberna y descansaban en la posada para luego seguir el camino. En verano servían ocroshka o sopa fría con kvas , hortalizas y pepinillos para enfrentar el calor. Pero en invierno bebían mucho chai y comían pilmenis y blinchikis con caviar. Los caballos estaban alojados en un establo cerrado para resguardarlos de las inclementes nevadas o de los calores sofocantes.


 Nikifor, bisabuelo de Natalia.
 

En una fotografía de 1914, Nikifor aparece con su madre y hermanas. Viste traje de cuero largo invernal y shapka o gorra de piel de zorro. Todos tienen válenki o botas de fieltro, un lujo para la época. El vestido, por sí solo, habla de que no eran pobres. Además, los pobres no se tomaban fotos en los tiempos onerosos del daguerrotipo.
 La esposa de Nikifor murió joven . El viudo se casó nuevamente, pero no se sabe con quién ni cuántos hijos más llegó a tener.
Del primer matrimonio de Nikifor nació Ielena Nikiforovna, abuela de Natalia.  Ielena se casó con Stepán Piskunov, presidente de un koljoz en el caserío  de Kosminka , aledaño a Moscú.  Allí sembraba trigo y criaba animales. Tuvieron seis o siete hijos.  De estos hijos sólo tenemos conocimiento  de María Stepanovna, madre de Natalia,  y de Genadi Stepanovich. Los otros  murieron durante la hambruna que provocó la guerra o de enfermedades infantiles.


 Ielena y Stepán Piskunov, abuelos de Natalia.
 

   Cuando llegó la Segunda Guerra Mundial  a las fronteras de la Unión Soviética  se convirtió en la Gran Guerra Patria .  Stepán se alistó  en el Ejército Rojo para cumplir con su deber patrio. Pero  murió en combate en la batalla de Smolenk en 1941. No llegaba a los treinta años cuando ofrendó su vida por su patria.

 Stepán Piskunov



 Smolenk está a 360 kilometros de Moscú al Sureste de Moscú. La batalla es una de las más importantes de la Segunda Guerra Mundial porque fue la primera derrota de los hitlerianos. En la batalla murieron 45 mil  soldados soviéticos y 300 mil fueron hechos prisioneros; pero los rusos detuvieron a los alemanes  y evitaron que avanzaran hacia Moscú.  Stepán fue un digno solado del Ejército Rojo.
  Ielena recibió una carta donde le informaban de la muerte de su esposo, cuyo cadáver fue encontrado en el campo de batalla con una inscripción que permitió su identificación. Fue sepultado en el sitio de su caída; y seguramente sus cenizas reposan en una fosa común, tal como se acostumbraba hacerlo en el fragor de los encuentros bélicos de esos tiempos. María Estepanovna tenía apenas ocho años y añoraba los tiempos antes de la guerra, cuando cargaba caramelos  por montones en los largos bolsillos de sus trajes para compartir con los amigos.  Por eso la  llamaban María Medelenslaia, palabra derivada de med (se pronuncia miod) que significa miel.
 La guerra separó familias que nunca sabían de sus hombres enrolados como soldados. Los más sortarios regresaron sanos. Otros lo hicieron pero mutilados: sin un brazo, sin una pierna o con alguna contusión que los marcó para siempre. Otros, más nunca regresaron. Después de cincuenta años, cada vez que se celebraba la victoria de los soviéticos sobre los alemanes (1945), cada  nueve de mayo, podían verse a hombres y mujeres con pancartas sobre sus pechos buscando a sus seres queridos.
 Una vez se presentó a la casa de Ielena un soldado que había perdido a toda su familia. Era Trofim. Ielena y Trofim, ambos viudos de la guerra, decidieron reconstruir sus hogares.  Pero un día Trosha, como cariñosamente llamaban a Trofim, recibió una carta: su esposa y tres hijos estaban vivos en Moscú. Trofim ya se había encariñado con Ielena y se negó a regresar hasta su antigua familia. Pero Ielena lo convenció con una lógica sencilla y contundente: ella tiene tres hijos, yo tengo una sola hija. Hay más razones para irse que para quedarse.  Trofím se marchó  y más nunca se supo de él.
   Después de la guerra Ielena envió a María, quien apenas tenía 15 años, a Moscú con medio saco de papas para capear el hambre. Eran tiempos cuando la economía soviética quedó devastada tras la invasión alemana.

 En aquella época cuando se cumplía los 16 años se recibía el pasaporte, el cual confiscaba el presidente del koljoz para que los jóvenes no abandonaran los posibles puestos de  trabajo. Sin documentos no se tenía ningún derecho y la capacidad para moverse por el territorio soviético era nula. Esto explica el viaje de María  Stepanovna a Moscú: así recibiría pasaporte moscovita, el cual le daba mayores posibilidades para subsistir. Ya en Moscú, María, quien había llegado hasta tercer grado de primaria por los obstáculos que impuso la guerra, alegó pérdida de documentos, argumento común en un país en ruinas,  y afirmó que había cursado el séptimo grado. Se le hizo una prueba y la pasó satisfactoriamente. María tenía algunos recuerdos ingratos de su infancia: una vez dos alemanes hicieron sus necesidades fisiológicas en una olla de comida para alimentar a mujeres y niños de la aldea donde vivía. En medio de la escasez de alimentos, los propios compañeros alemanes consideraron esta acción como  vil e inaceptable y fusilaron a los infractores. Otro recuerdo de ese tenor se relaciona con su madre cuando le diagnosticaron cáncer en el estómago. Ielena actuó con la serena dignidad  de las mujeres rusas humildes de aquella época  a la hora de enfrentar su muerte inminente: compró la mejor tela para su mortaja y preparó un hatillo con otros implementos fúnebres. Una vecina fue encargada para confeccionar el vestido. En el velorio María notó que su madre llevaría a su tumba un traje distinto al que había seleccionado, hecho de una tela vulgar y barata. La vecina argumentó que la muerta ya no necesitaba más nada y tampoco se enteraría del cambio. María sufrió amargamente porque no se respetó la última voluntad de su madre. En momentos de grandes penurias económicas, las pequeñeces humanas no son raras.
 María Stepanovna se casó con Mijael Timofievich. Tuvieron dos hijos: Sergio y Natalia.


           
  Mijael nació en septiembre de 1933 en Siberia, en un pueblo cerca de Omsk. A los dieciocho años ya tenía novia y no se casó porque se fue al servicio militar en Moscú. En la Casa de la Cultura de la región moscovita de Ismaelova conoció a María, quien era aficionada del teatro y ya tenía alguna experiencia en el mundo de las tablas interpretando a Pelagia, personaje fundamental de la obra de Gorki, La Madre. Ielena veía a su hija con sus atuendos teatrales y le decía que en efecto se parecía a una viejita. Esto hacía llorar a María, quien se dedicó luego al canto. Inició su carrera como cantante al lado de Ludmila Zykina, quien luego se convertiría en una de las más famosas cantantes populares de la Unión Soviética. El presidente soviético Leonid Brehznev adoraba la voz de Zykina y la hizo muchas veces su invitada especial en veladas, celebraciones  y fiestas patrias.
 Mijael y Natalia.

El padre de Mijael se llamaba Timofeo y su madre, Anfisa. Timofeo solía peinarse con agua y azúcar en tiempos cuando no existían las cremas fijadoras para el cabello.  Vivió en Omsk, tenía un tic nervioso en el cuello, consecuencia de la guerra, en la cual participó desde el principio hasta el fin. Se casó varias veces. En su última boda tenía 83 años.
 Timofeo, abuelo paterno de Natalia.
Mijael tenía dos hermanas: Tamara y Raiza. Anfisa, mujer de carácter recio y margo, tenía fama de practicar la brujería. Se decía que usaba prendas de mujeres para sus hechizos en los bosques siberianos. Al momento de su muerte ninguna de sus hijas quiso despedirse de ella para evitar la transmisión de los poderes mágicos, según se creía.
 Al casarse Mijael y María sobrevinieron los problemas, el amor se acabó y vino el divorcio. Natalia recuerda a su padre trabajando en casa la carpintería, entre pedazos de madera y cola, con un pañuelo como gorro amarrado en su cabeza. También lo recuerda colocando los adornos en un arbolito de navidad.
 Sergio (Moscú,15.1.1959- Moscú,11.3.2012) tenía un carácter alegre. Era conversador, amaba los chistes, gustaba de preparar platos típicos rusos y era amante de  la buena vodka. Se casó con Lida, una siberiana, con quien tuvo dos hijas: Katia y Valentina.

  Sergio Riazanov


EL APELLIDO RIAZANOV




 Riazanov es uno de los más antiguos apellidos rusos, conformado por el apodo del fundador de la familia. Hace mucho tiempo los eslavos complementaban sus nombres agregándoles un apodo. Las causas fueron muy variadas: reflejaban  las peculiaridades del carácter, las costumbres y maneras de la conducta de la persona, el aspecto físico, etc.
Riazanov se llamaban los provenientes de la ciudad de Riazán , a 196 km de Moscú. Sin embargo, hay otros motivos para la aparición de este apellido en la historia rusa.
 La vida de los antiguos rusos fue muy difícil  por las guerras  frecuentes que terminaban con heridos y muertos. Esto transformaba sus vidas en una constante lucha por la existencia. Por supuesto, los primeros en ser señalados con apodos eran los heridos: Rezán (cortado), Strogán (cepillado, rallado), Kolot (pinchado, golpeado), Rubán (cortado), Strelián (muerto o herido  por un disparo). Estos son algunos de los apodos relacionados con los heridos durante combates guerreros.
En el habla de los bielorrusos, e incluso de los rusos occidentales y sureños  todavía se conservan algunas formas de una peculiaridad  llamada “iakania”( en vez de e se pronuncia ia). Antiguamente esa peculiaridad fue más acentuada. Por eso el nombre Rezán  y su derivado como apellido , Rezanov, en tiempos cuando no existían reglas unitarias en la gramática rusa, muy a menudo se escribía a la manera pueblerina o local : Riazán y Riazanov. Esa forma de escribir  solo confirma  la antigüedad del origen  del apellido Riazanov.
La popularidad de los apodos era tan grande que en los documentos aparecen  como nombres oficiales. Por ejemplo, en cartas escritas en ruso antiguo (1506) se cita a Riazán Kuzmín , hijo (tierra nororientales   de la Rus de Moscú). En 1577 se habla de Riazán Pankratovi. No es sorprendente que a menudo los apellidos  de los descendientes no provenían de sus denominaciones bautismales, sino de los apodos de los fundadores de la familia que eran más entendidos. Veamos algunos documentos antiguos : en 1621, Onicimko Riazanov, el cartero o informador. Nikita Riazanov, el que vive en  Simbirsk.
 Los apellidos Riazanov,Rubzov (cicatrizado), Stroganov, Krivov (torcido), Kolotov y Rubanov se encontraban más en las poblaciones  “ukraini”, es decir , en las fronteras  de la Rus Antigua ( Smolenk, Pskov, Nizhi Novgorod, Oriol, Tula. Kursk, Vononez, Riazán, Penza), atacadas  constantemente por los pueblos vecinos.






Nota: Todos los datos fueron suministrados por Natalia Riazanova de Malaspina.